Museo de Biología de La Universidad del Zulia (MBLUZ)
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Genética con ética

 

 

ANEXO

Que por un error durante el proceso de copiar el alma el cuerpo viejo no fue debidamente desechado, y al despertar, encontró en la cama, al lado, al otro espiritualmente idéntico a él aunque sin la experiencia de haberse despertado viendo su duplicación, entendiendo que por este error deberá sufrir injustamente las angustias de la muerte, porque el otro  ya no es idéntico en experiencias, y por lo tanto es otro, no es él mismo, y al ser distinto deja de ser su prolongación y su solución al problema de la muerte.

 

Armando Luigi Castañeda [1].

               

 

¿Qué depara entonces el conocimiento que se tiene del entramado genético que subyace en cada célula que nos conforma? Abocados desde hace décadas a una meta que recién ahora se alcanza, los científicos de las principales naciones desarrolladas pronuncian sus voces de asombro y cautela  ante la demasiada información que cada gen, minúscula estructura, posee.

                El caso es que ya el tema de la identidad y la clonación devienen en una especie de malgastado anuncio tan de fines de milenio, tan de caricatura de domingo que replantear las verdaderas implicaciones de estos avances  tecnológicos sobre la sociedad actual parecieran no importar, parecieran tan fuera del alcance del común de la gente que cualquier discusión o polémica en este sentido tiene de modo ya previsible un silente y parco desenlace. ¿Estaré transitando ese laberinto?

                Herencia innegable del hacer ciencia,  de este sistema de pensamiento tan objetivo y tan de método, que ha hecho de la difusión de sus logros y sus asombrosos progresos la menos indispensable de sus labores sociales. Y entonces, ¿qué decir cómo lectores, como ciudadanos de este mundo que se ha quedado pequeño ante los sucesos confusos de la totipotencialidad de las células somáticas?, que de no ser por el boom  mediático de la oveja Dolly, habrían pasado por una mera investigación científica más. ¿Qué criterios y posturas sostener toda vez que ya los vientres de alquiler dejaron de ser noticias en este planeta acuoso  ante la aparición en escena de los clones, especie de entes de tez idéntica a próceres y nefastos personajes que amenazan con tantas interrogantes la paz de nuestras vidas tan de día a día, tan flácidas en el ámbito de la humanidad y sus devenires.

 

                De electroforésis y enzimas, de concentraciones exactas y contables ciclos a partir de la reacción en cadena de la polimerasa se ha hecho este camino tecnológico tan pedregoso la mayoría de las veces.

Coincidocon las voces que  señalan que lo espinoso está en la caja de pandora que cada uno de los conocimientos, de los medios técnicos de entender la genética plantean. Sabemos de los fines terapéuticos innegables, de las posibilidades que representan las investigaciones a nivel de mejoras en la calidad de vida de millones de seres cansados de ser mera estadística  médica, sencillamente fatigados espiritualmente de tanta esperanza flexible que no termina de concretarse ante sus  dolencias.

                Pero qué sabemos de las continuas discriminaciones que han sido y que vendrán cuando las aseguradoras no consientan en el empleo de personas que genéticamente estén predispuestas a desarrollar alguna anomalía cardíaca o cerebral por citar un simple pero real ejemplo. Qué significará esta mayor preponderancia de lo genético  en el  aspecto laboral sin un equiparable desarrollo de la justicia y la ética.  La discriminación  se inventa así su pretexto técnico.

                Se vive pues en una era de código de barra y rapidez, de individualismo que amenaza con hacer parte de este juego a las mismas células, a los órganos y tejidos corporales producto de una aún incomprensible secuencia de eventos evolutivos.  Y entonces se patentará cada sustancia que, imitada su síntesis en pulcros salones de biotecnología, redundará en beneficio monetario para las firmas farmacéuticas. La economía se inventa así su pretexto lucrativo.

                ¿Qué se hace en nuestros centros de enseñanza superiores ante esta deshumanizadora tendencia tecnológica  que es eufemismo de tanta mediocridad intelectual  que cree en la eficacia y la productividad  como aliadas del bienestar social?. El Proyecto  Genoma Humano es una realidad incuestionable, así lo fue el Manhattan con sus devastadoras consecuencias, ojalá irrepetibles. Entonces resta agregar que ante este paso de cibernética sin ética, ante este trayecto a tientas a través del laberinto de las ideas, sólo se requiere la sincera prudencia del amor al otro, semejante o diferente, sólo se requiere la entera disposición de participar en este oficio de existir con la mano alzada ante tanta apatía, para prevenir con información acorde los desvíos que tanto progreso no cesa de obligarnos a cometer.

 

Nicanor A. Cifuentes G.

Estudiante de la Licenciatura en Biología de La Universidad del Zulia

15 de agosto de 2001

ncifuentes@hotmail.com

 

 

 

[1] Mujer desnuda mirando a un enano negro arrodillado.  FUNDARTE. Colección Cuadernos de Difusión N° 209. Caracas, 1994. 49 p.